En el otro trabajo

Cuando trabajaba en otra empresa
yo era jefe de un departamento.
Me despertaba muy temprano,
no tenía tiempo para desayunar,
no tenía tiempo para soñar.

Tomaba el coche y tardaba
una hora y media en llegar.
Siempre hay atasco para entrar
en la gran ciudad.

Cuando empezaba la jornada,
los mensajes pendientes leía,
el correo respondía,
las tareas organizaba.

Llamaba a clientes,
planificaba objetivos,
revisaba informes,
tenía reuniones
con mis empleados, con mis jefes.

Con otros departamentos me coordinaba,
escuchaba quejas,
solucionaba algunos problemas,
otros problemas no podía, no podía.

Tenía un buen sueldo,
muchas responsabilidades también,
estaba estresado,
no dormía bien.

Salía a las siete, ¡otra vez el coche!,
tardaba una hora para volver.

Llegaba tarde a casa
y no tenía tiempo
para jugar con mis hijos
ni para ver a mis padres.

¡Pero cambié de trabajo!

Ahora gano menos dinero,
no me importa, soy sincero.
Estoy con mi familia,
tengo menos preocupaciones,
y tiempo para mis aficiones.

Camino media hora
desde mi casa hasta el trabajo,
y al final de la jornada
tomo una cerveza con mis compañeros
y nos despedimos hasta mañana.

¡Hasta mañana!
¡Hasta mañana!
Cambié de trabajo y me alegro.