El destino

Con el pelo mojado llegó al viejo bar,
el eco de las conversaciones al entrar,
igual que antes, todo era familiar,
igual que cuando con ella solía estar.

Se sentó en su mesa favorita,
sus ojos habían envejecido,
su mirada triste medita,
en su interior el tiempo se había detenido.

Mientras el café removía,
sus pensamientos escuchaba.
La taza humeaba,
pero su cama estaba fría.

Pensó en ella y en el tiempo que los había separado,
recordó los momentos que habían compartido,
lo que habían sentido y lo que habían perdido
cuando se habían amado en un otoño lejano.

Nunca había pensado
que lloraría solo en su almohada.
Leyó todas las cartas
que en su juventud se habían escrito,
las promesas, los deseos,
cuando un destino caprichoso los había separado.

Levantó la mirada,
fuera la lluvia caía,
y arrastraba recuerdos.
Esta vez no dejaría
que se le escapara el amor otra vez,
el destino les daría otra oportunidad.

Pensó en ella y en el tiempo que los había separado,
recordó los momentos que habían compartido,
lo que habían sentido y lo que habían perdido
cuando se habían amado en un otoño lejano.